Los constructores de Yana-marca, Yuraj-marca, Segray, Pincullo y Tacaj, fueron los más antiguos pobladores de Punchao, todos ellos eran grupos humanos antagónicos, ubicados en las cumbres del legendario Auquipincush en pequeñas ciudadelas. Los cuales han dejado importantes testimonios para la arqueología.

En la época incaica, los pobladores vivieron formando pequeñas tribus o ayllus, pues la influencia Quechua dominó a los pobladores de esta pequeña zona con su cultura avanzada y nueva, es así que la agricultura prosperó notablemente y más que todo porque el terreno no les fue adverso. Progresaron en las diferentes artes como la cerámica, especialmente el tejido a base del chilhuar, orfebrería y otras manifestaciones culturales.

Sus ingentes minas y lavaderos de oro atrajeron a los hombres de los tiempos preincaicos e imperiales, acudieron a Chuquibamba hasta los tributarios del Valle del Pillco. Y obras incaicas deber ser por ejemplo, un acueducto adosado a la peña del Matish, destinado a desviar el Quintín, y los relejes y graderías de la gran mina de Huaracuy Huayín, en la margen derecha del río Marañón, frente al arroyo. Durante la Colonia este centro poblado cobró mayor importancia, por la abundancia del metal precioso y debido a ello, se estableció un famoso obraje español, para la explotación de su riqueza al máximo y el desarrollo de las demás actividades complementarias.

Los pobladores de Punchao así como el resto de las Ayllus de la zona estaban al mandato de los Huamalíes que tenía su capital Llagtag con su cacique Huamán Liuya. Y Punchao pudo haberse fundado en el periodo de los reductos de los indios, ordenanza que fue dictada por el V Virrey del Perú, cumplida con bastante prontitud por las autoridades coloniales. Es así el actual pueblo de Punchao se fundó en la planicie próximo a Segray y Tacaj con los últimos habitantes de los antiguos arriba nombrados. Al ocupar la inmensa llanura los antiguos pobladores de Punchao se fusionaron formando cuatro ayllus o familias: Collana, Cayau, Tacaj e Inca. (Barrios existentes en la actualidad). Punchao es tan antiguo como el distrito de Singa, pues, ya contaba con una apreciable población en la época de las visitas de Santo Toribio. En su segunda visita (1595), el admirable prelado confirmó la existencia de 42 almas y censó a 32 tributarios, 15 reservados, 11 viudas y solteras y 3 ancianos de mas de 50 años. Y viendo la imperiosa necesidad dice la tradición, que el pueblo carecía del liquido elemento como es el agua, El Santo hizo brotar el agua de una roca ubicado en el barrio de Cayao, situado en la misma población, que se ha convertido hoy en un rico manantial de agua dulce y cristalino que bebe el poblador punchahuino, cuya leyenda es necesario saber y difundir.

Y en esta época de los visitadores reales, se realiza la primera delimitación de sus tierras, y si hemos de dar crédito a los papeles llamados de "Cadarcio", la segunda se hace en 1619, siendo su cacique don Agustín Miraval.

Se ignora a ciencia cierta la edificación de su templo, cuyo estilo barroco-mestizo es digno de mención y más que nada la pintura con estilizaciones de imágenes y santos; sabemos si que el artista don Lorenzo Macedo (natural de Chiquián) construyó y pintó sus tres retablos barrocos: el mayor en 1797 y los laterales en 1798 respectivamente.

En la época del coloniaje Punchao, administrativamente, políticamente y religiosamente dependía de la doctrina de Huamalíes del repartimiento de la Señora Santa Ana de Singa, esto según el testimonio y documentos de los títulos de la Comunidad de Punchao.

En la Republicana, integra el distrito de Singa, sin interrupción; hasta el 7 de octubre de 1942 fecha en que por Ley Nº 9622, se crean juntamente que los distrito de Puños y Jircán, siendo Presidente de la República el Doctor Manuel Prado Ugarteche. Se crea el distrito de Punchao, con el nombre de Villa, integrado de los pueblos o caseríos de Chuquibamba, Pallally, Jocoto y Ranracancha, gracias al gestor principal punchahuino él don Marcelino Nieto Ochoa y otras personalidades de la época.